sábado, 22 de abril de 2023

Ciencias sociales y optimización

La principal meta de las ciencias sociales ha de ser la de responder la pregunta acerca de lo que el “hombre debe ser”. Para ello debe primero describir “lo que el hombre es”, para, luego, efectuar una optimización de ese comportamiento real. Si bien "lo que el hombre debe ser" no será un conocimiento verificable, sí lo es la descripción previa. Sin embargo, muchos científicos sociales se oponen a tal respuesta, aceptando tácitamente que no debe ser dada por quienes estudian el comportamiento humano, es decir, que es una respuesta que ha de quedar fuera del ámbito científico, por lo que se deduce que tal cuestión quedaría relegada a aquellos que poco saben acerca del mismo. Solomon Asch escribe al respecto: “El sentido común advierte que los hombres no siempre, ni siquiera frecuentemente, obran de acuerdo con sus mejores impulsos; pero también reconoce que estos impulsos son condiciones necesarias para la sociedad. Empero estas ideas no sólo son excluidas de la discusión científica; los esquemas conceptuales con que la psicología trabaja hoy, casi no dejan lugar para ellas”.

“Es frecuente justificar esta parcialidad en nombre de la ciencia y la objetividad, de la necesidad de ser realistas, de apelar al hecho, de desconfiar de las especulaciones, y sobre todo de la necesidad de no dejarse engañar por las nociones de lo que el hombre debería ser” (De "Psicología social"-EUDEBA-Buenos Aires 1964).

El mejor ejemplo de lo que las ciencias sociales deberían ser, lo tenemos en las religiones bíblicas (expresión que ha de escandalizar al cientificista fanático). Así, Moisés observa el comportamiento de los seres humanos que lo rodean ("lo que es") y, tratando de optimizar sus conductas, propone el cumplimiento de sus mandamientos ("lo que debe ser").

De la misma manera en que toda ciencia experimental progresa estableciendo teorías más precisas, en el caso de la religión bíblica ocurre otro tanto. Mientras que los mandamientos de Moisés están orientados a "no hacer el mal", los mandamientos de Cristo (amor a Dios y al prójimo) resultan más exigentes porque sugieren "hacer el bien".

Adviértase que, una vez establecido "lo que el hombre debe ser", se logra una referencia para describir todo posible comportamiento. Así, toda acción humana será compatible con los mandamientos o bien se apartará en distintas formas, disponiéndose de un aceptable procedimiento para orientar las acciones y conductas humanas. Por supuesto que todo este proceso ha de estar sujeto a la verificación experimental, como lo será cualquier otra ética propuesta.

En el caso de la ciencia económica ocurre otro tanto. Así, luego de observar el comportamiento de individuos que producen, intercambian y consumen bienes y servicios ("cómo el hombre actúa"), se teoriza acerca del proceso del mercado, llegando a una optimización de dicho proceso ("cómo debería actuar"). A partir de ahí, se logra una referencia para describir todo comportamiento económico en función de su compatibilidad, o bien de sus desvíos, respecto de dicha referencia. Todo esto, por supuesto, sujeto a verificación experimental.

Se advierte que las ciencias sociales, bajo esta perspectiva, difieren de las ciencias exactas (física, p.ej.), ya que éstas, una vez establecida una teoría, resultan descriptivas, en lugar de prescriptivas (como lo son las ciencias sociales). Es decir, las ciencias sociales son también descriptivas, ya que deben describir primeramente "lo que el hombre es", para luego sugerir una optimización, que será una referencia para descripciones que tengan sentido. Las descripciones establecidas en las ciencias sociales que no sean sustentadas en "lo que el hombre debe ser", carecerán de sentido.

Los detractores de este proceso advierten que "los mercados reales no son como los supuestos", o que "los hombres no son racionales", ni se "comportan racionalmente", etc. Luego afirman que la teoria económica "falla". También se aduce que el cristianismo "falla" por cuanto los hombres reales no se comportan según los mandamientos bíblicos. Si se tiene en cuenta que el mercado teórico, o los mandamientos bíblicos, son metas u objetivos que requieren de una previa adaptación, debe considerarse que una propuesta en realidad falla cuando los seres humanos se adaptan a las reglas establecidas y en ese caso no se producen buenos resultados. Es decir, si los seres humanos amaran al prójimo como a sí mismo, y ello produjera malos resultados, en ese caso deberá decirse que la propuesta falla.

Es oportuno mencionar una crítica que hace Mario Bunge a la economía neoclásica por cuanto, aduce, que "no explica" una serie de hechos, desconociendo que toda explicación al respecto debe establecerse efectuando una comparación con el mercado optimizado (libertad, concurrencia suficiente de empresarios, competencia, beneficio simultáneo entre actores, etc, etc). También critica (acertadamente en este caso) la tendencia a describir en base a un mercado competitivo la venta de órganos o de niños, y cosas semejantes. Al respecto escribió: "Examinemos un caso particularmente agudo e interesante de hiperracionalismo; el llamado «imperialismo económico», o invasión de todos los estudios sociales por la economía neoclásica".

"Gary Becker, campeón de este enfoque del estudio de todo lo social, lo resume así: «En mi opinión, el corazón del enfoque económico [de los hechos sociales] está constituido por el uso constante y firme de la combinación de las suposiciones del comportamiento maximizante, el equilibrio de mercado, y las preferencias estables»" (De "Sistemas sociales y filosofía"-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1995).

Al respecto, puede decirse que alguna teoría ética sería una mejor referencia para la descripción de los hechos sociales. Mario Bunge sigue: "Becker no se da por enterado del fracaso de la economía neoclásica en describir, explicar, predecir o plantear el comportamiento de empresas, ni de su fracaso como fundamento de la macroeconomía. Ignora la existencia de monopolios y monopsomios. Ignora los frecuentes casos de mercados en desequilibrio, tales como los de trabajo y capital. Ignora que la economía neoclásica carece de una teoría del dinero y es incapaz de explicar la estanflación. No le importa que la prosperidad de las economías del centro se logre a costas de miserias del Tercer Mundo...".

Bunge ignora que los monopolios, la estanflación o las miserias provienen de comportamientos sociales que poco o nada tienen en cuenta la optimización de los mercados propuesta por los economistas. En cuanto a que "la prosperidad de las economías del centro se logra a costas de miserias del Tercer Mundo", puede decirse que tal expresión, y otras similares, sirvieron para "envenenar" la mente de mucha gente que tomó armas y se encauzó hacia el terrorismo. Tal expresión sirve, además, para que los países subdesarrollados jamás salgan de su situación, ya que se los convence que nada de lo que les ocurre se debe a culpas propias. Quienes vivimos en un país como la Argentina, advertimos miles de defectos que debemos subsanar, y que poco o nada nos ayuda alguien que nos dice que nuestros males dependen de la "prosperidad de las economías del centro". Tal expresión sirve, además, para expresar tácitamente que el capitalismo sólo funciona cuando un país se beneficia perjudicando a otros (el subconsciente socialista de Bunge otra vez lo traicionó).